Colombia: el país subdesarrollado / Pesca en el Magdalena Medio (Puerto Berrio)
⁷ La cara de los pescadores refleja lo que han sido sus vidas, tan diferentes entre unos y otros. Algunos con el seño fruncido, como maldiciendo las horas que han pasado a la intemperie, ya sea en busca de peces o de quien los compre; otros son los que orgullosos alzan los peces en lo alto para antojar al transeúnte.
Las condiciones higiénicas, económicas y demás, de la pesca de Puerto Berrio y la de los habitantes, especialmente de las zonas más pobres, reflejan por qué Colombia es un país subdesarrollado. Aunque con un espíritu capaz de realizar cualquier propósito, desde un principio administraron mal las enormes riquezas y se prefirió abrir las puertas a empresas multinacionales para que expropiaran nuestros recursos, dejando lo poco que quedaba para que se repartiera como un trozo de carne entre fieras y que los demás se las arreglaran como pudiesen. Colombia nunca fue un país para todos los colombianos.
Objetivo: Demostrar que la calidad de vida de los pescadores de las zonas más humildes de Puerto Berrio y de la región en general, hubiese podido ser diferente si hace mucho tiempo, en épocas de los conquistadores españoles o después de la independencia, alguien desarrollase propuestas para explotar de la mejor manera posible la infinita cantidad de recursos e impulsar el avance del país, teniendo en cuenta que al investigar los antecedentes de la zona vemos que anteriormente era una región increíblemente rica en recursos y que actualmente presenta un estado lamentable.
¹ Nombrado anteriormente rio “Yuma” (rio amigo) por los nativos Chibchas, por ser una valiosa fuente hídrica. En el siglo XVI era la única vía para comunicar la capital colonial, Santa Fe de Bogotá, con el importantísimo puerto de Cartagena de Indas y de allí con Europa. Lugar turístico por su singular belleza; hábitat de gran diversidad de flora y fauna. Proveedor de alimento para los lugareños, que surcaron su cauce, a lo largo de los 728 municipios que comunica en el país, para intercambiar mercancías; aprovechando también la abundancia de peces para alimentar a sus familias.
En el lugar conocido entonces como Remolino Grande, hoy Puerto Berrio, se construyó un puerto y un ferrocarril, imprescindibles para el desarrollo del país. Luego con la construcción de carreteras y posteriormente de un aeropuerto, el majestuoso rio Magdalena quedaría relegado a un segundo plano. Después con el paso de los años, la deforestación desmesurada y la ganadería afectarían notablemente la ribera del rio y gracias a la mano del desconsiderado hombre, sus aguas se irían contaminando gradualmente hasta llegar a un estado lamentable.
Desde 1501, cuando los conquistadores liderados por Rodrigo De Bastidas navegaron el rio por primera vez, en los bordes de éste se fueron construyendo caseríos que sirvieron de hogar a los navegantes.
En vías del progreso, los nuevos habitantes de la región tuvieron la posibilidad de aprovechar el rio no solo para navegarlo de extremo a extremo, o para abastecerse del alimento diario, sino que también hubieran podido desarrollar una fuerte industria en torno a la pesca; no multinacionales que expropiaran las riquezas de nuestra tierra y las dejara en manos de las potencias mundiales, sino industrias nacionales que dieran empleo a sus coterráneos y que impulsaran el desarrollo del país.
Como muestra de que fue llevado a cabo lo contrario y de que la política ni siquiera estuvo nunca a favor de una verdadera estabilidad social, se encuentran actualmente como evidencia los pobres caseríos que aún quedan en la zona, en los que habitan innumerables familias que quedaron en el olvido del gobierno y que viven en unas condiciones impropias de la modernidad.
² Otro ejemplo más es el barrio Puerto Colombia, lugar de residencia de la mayor parte de pescadores de Puerto Berrio; ubicado a orillas del rio y con unas condiciones de vida muy inferiores a las que pueden llegar a tener las comunas de las grandes ciudades.
Los pescadores de Puerto Colombia ni se imaginan lo distintas que serian sus vidas si en vez de la pesca artesanal, un oficio que en ocasiones les disgusta pero que no abandonan porque se convirtió en el único sustento de sus familias y en la única labor que saben realizar, se hubiese desarrollado una industria pesquera, con grandes barcos capaces de transportar la abundante pesca y herramientas efectivas que significasen una mejor producción.
³ En cambio en la actualidad la pesca de la zona se realiza en precarias condiciones. En sus chalupas de madera, pequeñas y alargadas canoas que tienen que ser lavadas minuciosamente después de cada jornada para evitar la aparición de hongos, los pescadores parten de los puertos improvisados hacia el implacable rio en busca de las escasas libras de pescado que soportan sus embarcaciones, ya que aparte tienen que cargar con uno, dos y hasta tres tripulantes y con los innumerables metros de pesadas redes y chinchorros, arriesgados a que sus chalupas se volteen en medio del rio debido al peso.
⁴ El pescado que anteriormente era abundante en la zona al reproducirse con eficacia en un ambiente impecable, hoy es sacado de las contaminadas aguas, llevado en las pequeñas chalupas hasta la orilla del rio, lugar de desembocadura del alcantarillado, donde los peces son preparados para el posterior consumo, o la venta en el mercado. Las condiciones higiénicas de la pesca que será puesta a la venta si apenas existen, los peces son lavados con las mismas aguas amarillas del Magdalena y tendidos en el suelo, por donde transitan tanto personas como animales, separados por bolsas plásticas.
⁵ Pese a las difíciles condiciones a las que se ven sometidos los pescadores de la región, muchos se aferran con ímpetu a su labor, herencia de sus padres, profesión ancestral, y realizan siempre con una sonrisa las diferentes tareas que existen en torno a la pesca. Reparan ellos mismos completamente las larguísimas redes, montan, desmontan y reparan los motores (si los tienen), o enlazan los peces con una cabuya para transportarlos fácilmente hasta el mercado.
Estas personas no reniegan, cuando hablan con un turista no se quejan de la falta de recursos ni de las precarias condiciones, alardean de los peces más grandes que alguna vez atraparon y de las historias que han vivido en las largas horas que han pasado a bordo de sus chalupas. Incuso cuando la pesada profesión los incapacita por unos días, los dedican por completo al reparado de sus redes o a cualquier actividad ligada a la pesca.
⁶ Lamentablemente en la región no hay muchas oportunidades para cambiar la realidad; mientras unos niños van a la escuela, a otros no les interesa ir o son obligados a quedarse en casa para ayudar con las labores del hogar. De esa manera la historia nunca cambiará, los niños, inocentemente, entre risas y juegos, aprenden las mismas profesiones sin futuro de sus padres y perpetuán sus escasas condiciones.
⁷ La cara de los pescadores refleja lo que han sido sus vidas, tan diferentes entre unos y otros. Algunos con el seño fruncido, como maldiciendo las horas que han pasado a la intemperie, ya sea en busca de peces o de quien los compre; otros son los que orgullosos alzan los peces en lo alto para antojar al transeúnte.
Las condiciones higiénicas, económicas y demás, de la pesca de Puerto Berrio y la de los habitantes, especialmente de las zonas más pobres, reflejan por qué Colombia es un país subdesarrollado. Aunque con un espíritu capaz de realizar cualquier propósito, desde un principio administraron mal las enormes riquezas y se prefirió abrir las puertas a empresas multinacionales para que expropiaran nuestros recursos, dejando lo poco que quedaba para que se repartiera como un trozo de carne entre fieras y que los demás se las arreglaran como pudiesen. Colombia nunca fue un país para todos los colombianos.
